DIEGO MASÍAS: "...YO VIVO DE LA MÚSICA"

Él es vocalista de dos grupos de rock, sonidista apasionado y ahora también incursiona en la producción musical con su estudio de grabación “Bemol Records”, proyecto que le viene generando grandes satisfacciones.

DISTORSIONADOS
Diego Masías incursiona en la música casi por casualidad cuando su hermano Pablo lo invita a los ensayos de un grupo nuevo, el mismo que luego de meses de ensayos y cambios de integrantes queda formalmente integrado a principios del ’95 con “Cocó” Herrera en la batería, Juan Carlos Galdos en la guitarra, Pablo Masías en el bajo y Diego en la voz.

Como ya tenían temas ensayados deciden tocar en vivo, haciéndolo por vez primera en Octubre del ’95 en una verbena de Arquitectura en la UNSA, pero aún no tenían nombre. “Mi enamorada de ese entonces que ahora es mi esposa, nos sugirió el nombre por los efectos de la guitarra que siempre han sido nuestro sello característico. A todos les gustó la idea y quedó”, recuerda el vocalista.

LAS PRODUCCIONES
Para 1997 se edita el primer trabajo. Se trató de un casette llamado “Aviones fuera de control”, un combo explosivo de 13 temas con influencia hard rock, aunque se dejan escuchar algunas pistas más lentas de lo habitual para este tipo de grupos. Además incluyeron como un bonus track el clásico “Stone” de los siempre recordados “Texao”.

El 2000 debió salir la segunda grabación del grupo, pero ésta nunca vio la luz. “La banda compuso ocho temas y ya estaban grabados. Teníamos las portadas y hasta el nombre del CD (“Re-B-lados”), pero nos descuidamos un poco con el tiempo porque cuando quisimos sacarlo, ya teníamos casi listo material para otro disco, así que optamos por no editarlo”, refiere Masías.

En los estudios Dreams Factory” (Jorge Huahuasonco) el 2002 se grabó el tercer disco, pero que “oficialmente” es el segundo. La placa de nombre homónimo al grupo definía mejor el estilo corrosivo del cuarteto, pero paradójicamente los temas eran inclasificables y tenían como único hilo conductor los cambios bruscos de ritmos, las típicas cuerdas distorsionadas y la aguardientosa voz de Diego.

Para el año siguiente “DISTORSIÓN” participó en el disco tributo a “Leusemia” con un cover de la canción “La Karacola subterránea”, junto a otros exponentes destacados de la escena nacional como “Campo de almas”, “MASACRE”, “Cementerio Club”, “Inyectores”, “Rafo Raéz” y otros, llegando a presentarse en vivo en el Parque de la Exposición de Lima frente a un numeroso público. “Creo que esa fue la mejor etapa del grupo, tocamos en varios sitios, nos invitaron hasta TV ROCK, el programa que tenía Cucho Peñaloza en la tele, pero lamentablemente, luego paramos un poco. Con el alejamiento del guitarrista original quedamos en standby”, indica nuestro entrevistado.

Aunque a la fecha se mantiene vigente con su otro grupo “Los Austin”, que tiene un sonido más digerible, Diego ya viene trabajando con su banda las primeras composiciones del nuevo material de “Distorsión”, que probablemente quede listo para mediados del próximo año.

BEMOL RECORDS
A Diego no le gusta depender de nadie cuando de música de trata, por eso un día juntó los ahorros y se embarcó en una nueva aventura: el propio estudio de grabación. Aunque al principio no todo fue color de rosa. “Gracias al apoyo de mi familia y en especial de mi esposa que me tuvo una súper paciencia la cosa empezó a caminar”, indica.

Y es gracias a este esfuerzo que se permite ciertos lujos de algo que para muchos es sólo un hobbie. “Tengo el gusto de decir que vivo de la música, porque entre las tocadas en pubs los fines de semana, el alquiler de mis equipos y mi estudio de grabación puedo vivir. Sé que soy muy afortunado al decir eso”.

Bemol Records, se ubica en la calle Bolivia 318 de la Urb. Fecia y por sus instalaciones ya han desfilado una docena de bandas locales; la mayoría de ellas nuevas e integrada por chiquillos inquietos que sueñan con tener en sus manos el primer disco, la primera grabación luego de meses de tortuosos ensayos. El sueño se encarga de hacerlo realidad Diego, gracias a que conoce muy bien esos avatares y por eso a cada sesión le dedica paciencia de artesano para repetir tomas y manía de ingeniero de sonido para ecualizar hasta el último instrumento. Para que todo quede perfecto y fundamentalmente suene bien.